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Investigación del INIA permite validar proceso de exportación de cerezas producidas en Chile Chico

Luego de tres años de investigación se ha logrado establecer que esta zona posee un potencial de producción que supera las 10 toneladas de fruta por hectárea, con más del 60% en condiciones de ser exportables, con calibres sobre los 28 mm. Lo que abre nuevas perspectivas de exportación desde Chile Chico, potenciando la competitividad de esta fruta y apuntando a un producto de origen patagónico, con reducidos niveles de contaminantes.

Entre los años 2009 al 2013, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, ejecutó el proyecto denominado “Determinación del Manejo de Pre y Post-cosecha para variedades promisorias de cerezo, con el propósito de mejorar la competitividad en los mercados de exportación, iniciativa financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), a través de Innova Chile de Corfo.

Durante este período el equipo de INIA Tamel Aike, compuesto por Diego Arribillaga y Daniela Hidalgo,  realizó un completo estudio sobre las técnicas de manejo del cultivo, considerando parámetros de calidad de la fruta, fertilización, riego, control de malezas y plagas, utilización de micronutrientes, técnicas de almacenaje de la fruta, y la selección de nuevos cultivares para la zona.

Para Diego Arribillaga, Jefe de Proyecto,  conocer estas técnicas de manejo y sus beneficios es de vital importancia,  “debido a que los mercados de destino de la fruta demandan un transporte de 30 a 45 días, y es en este tiempo en que la cereza debe mantenerse en óptimas condiciones. Por lo que es trascendental el manejo de la fruta previo al embalaje, para lograr una adecuada conservación”.

La metodología de investigación consideró el trabajo mancomunado con cinco productores asociados,  quienes dispusieron sus predios para el desarrollo del proyecto.

Resultados

Según lo señalado por Arribillaga, “los resultados de estos estudios han permitido concluir que es factible obtener más de 10 toneladas de fruta por hectárea, con más del 60% de la producción en condiciones de ser exportable, con calibres sobre los 28 mm., en cultivares como Kordia, Lapins y Regina”.

Entre los cultivares evaluados para la zona,  por su firmeza, buena vida post cosecha, época de cosecha, resistencia a daños, calibre, sabor y productividad, se puede señalar, que luego del período de almacenaje de 30 y 45 días,  sólo las variedades Alex, Regina, Kordia, Lapins, Bing, y Sweet heart, presentaron las características requeridas por el mercado de exportación.

En tanto, los estudios tendientes a mejorar las características de calidad de la fruta, demostraron que el uso de calcio y reguladores de crecimiento en precosecha, como el ácido giberélico (hormona vegetal) – al momento del cambio de color del fruto- producen un aumento en el tamaño de la fruta, reducen la incidencia de “pitting” (daños), mejora la firmeza y contenido de azucares.

Igualmente, se demostró que mediante un riego adecuado se incrementó  significativamente el tamaño del fruto y su firmeza.

Proyecciones

El proyecto, tuvo un costo total que superó los 200 millones de pesos, de los cuales 156 fueron financiados por InnovaChile de Corfo, y los restantes estuvieron a cargo del INIA y de los propios productores involucrados.

Para el director de INIA Tamel Aike, Hernán Felipe Elizalde, “la consolidación de la zona como núcleo exportador de cerezas, ha permitido que hoy en día INIA se constituya en la zona con una oficina técnica, laboratorio, cámara de frío y equipamientos para los análisis”.

INIA Tamel Aike desde el año 1995 viene desarrollando, a través de la transferencia tecnológica, capacitaciones a los productores del valle de Chile Chico, en total se han ejecutado 9 proyectos distintos.

En cuanto a la proyección de este rubro en la zona, Elizalde señala que el cultivo del cerezo para  exportación, representa una interesante alternativa comercial “por sus excelentes condiciones de suelo y clima se pueden llegar a producir más de diez toneladas de fruta por hectárea. Actualmente la zona de producción está en pleno crecimiento alcanzando una superficie  aproximada de 200 há., con un potencial de 800 há. de frutales” puntualiza.

En ese sentido, Carolina Bascur, directora regional de Corfo Aysén, concordó con la autoridad de INIA al manifestar que Chile Chico es una zona con un enorme potencial productivo que “podría llegar a ser un gran proveedor de cerezas y otros cultivos a nivel nacional”. Por lo que, motivó a los productores a aprovechar estas oportunidades agroclimáticas y a poner en ejecución el protocolo que permite la prolongación de vida de la cereza en 30 o 40 días.