Taller de manejo biointensivo para el control de plagas en tomate
Ante la necesidad de implementar un plan de Manejo Integrado de Plagas Biointensivo (MIPB) en las principales hortalizas producidas en la Región de Valparaíso, INIA La Cruz realizó un taller teórico-práctico a los equipos técnicos Prodesales de la Provincia de Quillota sobre las principales plagas que afectan a los tomates: polilla del tomate, mosquita blanca de los invernaderos, minador de las chacras , pulgones, gusano del choclo y gusanos cortadores.
Esta actividad se enmarcó en el Programa de apoyo territorial a pequeños y medianos productores, en el Manejo Biointensivo de plagas el cual cuenta con el financiamiento del Fondo de Innovación para la Competitividad, Gobierno Regional, Región de Valparaíso y el apoyo del Indap y la Asociación de agricultores de Quillota.
El taller estuvo a cargo de Natalia Olivares, quien explicó que en el manejo biointensivo de las plagas lo primero corresponde a la identificación de la especie y luego reconocer las plagas y su ciclo de vida. “Es importante tener información de los diferentes estados de desarrollo de las plagas, reconociendo desde el huevo hasta el adulto”. Asimismo, destacó, “le enseñamos al extensionista a definir cuándo el productor debe iniciar una acción de manejo de la plaga y detectarla tempranamente para no tener pérdidas en el cultivo”.
Además, forma parte de los cimientos del MIPB conocer la abundancia y densidad a través de un monitoreo y posterior seguimiento periódico del aumento, disminución y distribución de la plaga en el cultivo. Con este registro, el productor va a conocer el umbral de daño económico en su cultivo, es decir, el nivel máximo de la presencia de la plaga, que justifica el costo de la medida de control. Sin embargo, explica, el umbral de daño económico, es variable, va a depender del costo del manejo, valor de la producción, el daño producido por la plaga y la reducción de la producción causada por ese daño, entre otros factores.
Cuáles son los manejos que puede hacer un agricultor?, se pregunta la experta. Los más importantes son el biológico, físico, cultural , químico, y manejo de resistencia.
El Control biológico es una forma de controlar la plaga utilizando parasitoides, depredadores y patógenos, lo cual ayuda a reducir el uso de plaguicidas, siendo un método de control limpio. En el caso del control biológico en tomates se cuenta con Encarsia, Tupiocoris, Trichogramma, Chrysoperla, entre los más importantes.
El Control cultural apunta a modificar las condiciones que favorecen el desarrollo de la plaga, realizando podas, fertilizaciones moderadas, entre otras. Así por ejemplo, en una de las unidades demostrativas se programó el manejo del deshoje de manera que coincidiera con el momento en que la plaga se encontraba en estado de pupa, logrando eliminar la plaga de este módulo productivo.
El Control físico apunta a reducir las poblaciones de plagas o intenta que la plaga no se establezca completamente en el cultivo utilizando elementos atrayentes, repelentes o excluyentes. En las plantaciones de tomate se consideró el uso de mallas antiáfidos y trampas de color amarillo con material pegajoso en las cabeceras específicamente en dirección del viento.
En el Control químico se utilizó compuestos químicos, específicamente aceite vegetal, jabón potásico y plaguicidas convencionales sólo si se requería para el control de mosquita blanca, Bacillus thuringiensis y trampas de feromonas para el control de la polilla del tomate.
La especialista afirma que “el enfoque moderno del Manejo Integrado de Plagas biointensivo incorpora este tipo de técnicas que contribuyen a la regulación de la población de las plagas y al desarrollo de enemigos naturales en los cultivos”. Es una estrategia, agrega, basada en el comportamiento biológico de las plagas y su asociación con la fenología de los cultivos. “El agricultor debe tomar acciones dependiendo el momento que estamos haciendo el cultivo y tener la capacidad de discriminar correctamente qué hacer”.
El uso de la estrategia del MIPB no es fácil, aseguró Natalia Olivares. Sin embargo, “el agricultor puede incorporar sus técnicas y con este tipo de iniciativas, estamos generando cambios en el agricultor para obtener una producción de hortalizas libre de residuos de plaguicidas y por ende lo más inocua posible”.
Al cierre de la jornada se realizó un taller práctico de reconocimiento de las principales plagas y enemigos naturales dirigido por José Montenegro y Alejandra Guzmán.
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Me parece excelente este tipo de iniciativa, ya que cada día el mercado nos solicita productos de mejor calidad. Por otra parte incluir a los profesionales y trabajar codo a codo junto con el pequeño o mediano agricultor, es lo que se necesitaba eso nos hace pensar que las instituciones publicas del estado funcionan.
Ojala se pudiera repetir esta experiencia a lo largo de todo el país, ya que son miles los pequeños agricultores con los cuales trabajamos día día para sacarlos adelante.