La importancia de la conservación de las vegas en la adaptación y resiliencia de los ecosistemas patagónicos al cambio climático
INIA Kampenaike lleva tres años determinando el balance hídrico de estos humedales (vegas) de uso agropecuario con el fin de definir manejos sustentables para la mantención y recuperación de estos sectores.
El cambio climático y el efecto que trae este fenómeno sobre los sectores productivos de la región, sobre todo agrícola, ganadero y forestal, ya se están haciendo notar. El alza de las temperaturas, inusuales períodos de viento a lo largo de todo el año, concentración de la pluviometría y escasez de nieve, han tenido consecuencias directas sobre las condiciones hídricas de los ecosistemas húmedos, provocando la degradación de las praderas naturales, aumento de la desertificación y pérdida de la biodiversidad. Además del efecto directo sobre la productividad y competitividad de los sectores silvoagropecuarios.
En el territorio Magallánico existen sectores llamados “vegas”, los cuales son considerados humedales debido a que mantienen un nivel freático elevado durante gran parte del año. Se encuentran distribuidas a lo largo de la región alcanzando las 239.385 hectáreas. Corresponden a sectores específicos dentro de los predios, los cuales, por su disponibilidad de agua y forraje, constituyen un recurso estratégico fundamental para los sistemas productivos.
Las vegas son ecosistemas muy importantes para la conservación de la avifauna nativa y la biodiversidad florística porque actúan como reservorios de agua. Por sus características, la conservación y buen manejo de las vegas es relevante para la producción de los sectores agropecuario y forestal regional. La mayor disponibilidad de agua, hacen que las vegas alcancen producciones de entre 3.000 y 5.000 kg Materia Seca (MS)/ha/año, mientras que los pastizales naturales de Coirón (Festuca gracillima), aledaños a estas vegas, alcanzan producciones de 150 a 700 kg MS/ha/año. Sin embargo, este potencial de crecimiento de las vegas se ha visto mermado debido a la progresiva disminución de nieve caída y concentración de lluvias en inverno, sumado a una gestión poco eficiente del recurso hídrico.
Las vegas siempre han sido evaluadas en base a su producción forrajera, debido a la gran importancia que tiene este recurso para la ganadería local. Desafortunadamente, algunos sectores de vegas han sido drenados, para permitir el aumento de superficie de nuevas praderas, lo que ha generado pérdida de agua y posteriormente pérdida del recurso forrajero. Adicionalmente, otra causa importante de degradación de estos sectores ha sido el sobre pastoreo constante al cual han sido sometidos, desde los inicios de la ganadería regional. Es así que muchas vegas, que acumulaban grandes cantidades de agua en el pasado, hoy están degradadas y sometidas a la erosión, imposibilitadas de cumplir con su rol en el agroecosistema patagónico.
Por lo planteado anteriormente, es necesario cambiar el paradigma actual y caracterizar el funcionamiento de las vegas no solo por su rol productivo, sino también por sus funciones ecosistémicas, para lo cual se hace necesario mantener y cuidar su capacidad de almacenamiento y conducción de agua.
Desde el año 2017, el profesional de INIA Kampenaike Jorge Ivelic-Sáez y un equipo multidisciplinario compuesto por Investigadores de todo el país entre ellos el Dr. José Dörner y Dra. Susana Valle de la Universidad Austral de Chile, el Dr. José Luis Arumí de la Universidad de Concepción, Dr. Enrique Muñoz de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dr. Hamil Uribe de INIA Quilamapu, Dr. Jorge Carrasco de INIA Rayentué, Dr. Rafael López de INIA Carillanca y Dr. Sergio Radic de la Universidad de Magallanes, más una alumna de magíster en Recurso Hídricos de la Universidad Austral de Chile, se encuentran ejecutando el programa FIC-R denominado “Evaluación del balance hídrico de vegas: una estrategia para mejorar la gestión hídrica a nivel predial y aumentar la resiliencia al cambio climático”. Esta propuesta es financiada por el Gobierno Regional de Magallanes y tiene como objetivo principal el evaluar el balance hídrico de vegas, para definir manejos sustentables que permitan recuperar y mantener estos sectores, mejorando sustentablemente la producción ganadera.
La evaluación y posterior determinación del balance hídrico de un ecosistema, debe considerar las entradas y salidas de agua en dicha cuenca. Las entradas de agua están dadas por las precipitaciones líquidas (lluvia) y sólidas (nieve), así como al ingreso de agua que pueden aportar las napas subterráneas. En tanto, las salidas de agua del sistema corresponden a las pérdidas por escurrimiento superficial y evapotranspiración. Para cuantificar estas entradas, salidas y finalmente el balance hídrico en las cuencas, es fundamental el uso de sensores remotos. Con este instrumental se monitorea, en tiempo real, los niveles de las napas subterráneas, la humedad del suelo y las condiciones edáficas, además de la gran mayoría de las variables climatológicas.
Aun cuando el programa no ha concluido, los resultados preliminares permiten concluir que las vegas son parte de una red de microcuencas dominadas por el relieve de la zona y, por lo tanto, desde ahora en adelante deberían ser consideradas como cuencas. Por otro lado, también ha permitido determinar que el suelo cumple un rol fundamental en el almacenamiento y conducción de agua. El suelo tiene una función tampón o de regulación entre la atmósfera y las napas subterráneas, regulando los flujos de agua mediante la evapotranspiración y la conexión de poros en el perfil de suelo. Además, el tipo de suelo encontrados en estos humedales tiene propiedades únicas, siendo capaces de contraerse enormemente durante verano y expandirse cuando hay exceso de humedad, lo que los transforma en ecosistemas altamente frágiles, capaces de perder muy fácilmente sus funciones. Por lo tanto, cualquier manejo agropecuario deberá enfocarse en mantener las funciones de almacenamiento y conducción de agua de estos suelos, controlando los períodos y épocas de pastoreos y evitando el drenaje de estos mismos.
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la población, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.
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