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El boom de los abonos orgánicos: una oportunidad para restaurar la capacidad productiva de los suelos de Magallanes

Punta Arenas, septiembre 2020. En la región el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Kampenaike, a través del Programa de “Capacitación en técnicas de agricultura sustentable para pequeños agricultores de la región de Magallanes”, ha difundido y enseñado a través de sus diferentes medios, la realización y aplicación de estos abonos que son beneficiosos tanto para la actividad hortofrutícola como para el medio ambiente.

La tradición milenaria del uso y transformación de la materia orgánica por parte de las y los campesinos del mundo, cobra hoy más sentido que nunca, debido a factores como el cambio climático y una nueva generación de personas más conscientes de la forma en que se elaboran los productos que consumen, prefiriendo los más naturales y sustentables, cuya producción no perjudique al medio ambiente.

En este mismo sentido, desde el ámbito de las ciencias agroecológicas, como desde el mundo productivo, también se observa un auge importante en el uso de los abonos orgánicos, así como en el desarrollo y aplicación innovadora de nuevos productos, que tienen su base en la materia orgánica y la microbiología.

Entre los preparados más utilizados se encuentran los de auto elaboración, como el compost y los tés de compost, el bokashi, los bioles, entre otros biopreparados fermentados. También los hay comerciales, con elaboraciones de alta complejidad microbiana, enzimática y nutricional, disponibles en una gama diversa en el mercado.

“Este verdadero “boom” de los abonos orgánicos ha impulsado a nivel nacional a distintas empresas a conformar la Red Chilena de Bioinsumos (https://bioinsumos.cl/), que busca, entre otras cosas, establecer normas sobre composición, etiquetado y comercialización de bioestimulantes y biofertilizantes  dentro un proyecto de Ley dado principalmente porque muchos de éstos se encuentran registrados en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para su uso en agricultura orgánica, acorde a la Ley 20.089”, explica Gabriel Zegers, profesional de INIA Kampenaike e integrante del equipo del Programa de capacitación en técnicas de horticultura sustentable.

Antes de utilizar cualquiera de estos abonos, se debe entender que la materia orgánica es el “combustible” de la vida en el suelo. No solo de los microorganismos e insectos que benefician a la agricultura, sino al cultivo mismo.

“Así, por ejemplo, incrementar en un 1% el contenido de materia orgánica del suelo, permite retener hasta 12 L de agua por m2, evitando su evaporación, escorrentía o percolación inmediata; para disposición del cultivo y de todo el espectro de hongos, bacterias, actinomicetos, artrópodos, lombrices, aves y plantas que lo acompañan en su desarrollo”, detalla

Claudia Mc Leod, coordinadora del Programa de Capacitación en agricultura Sustentable de INIA Kampenaike.

“Es más, la materia orgánica es el medio en el cual se desencadenan la mayoría de los ciclos biogeoquímicos que sustentan el contenido nutricional de los suelos; tal es el caso del ciclo del nitrógeno, directamente relacionado con la biomasa microbiana del suelo”, agrega la investigadora.

El problema histórico de la pérdida de suelo.

Según información de CIREN (2010), 3,76 millones de hectáreas de la región de Magallanes (28.5% del territorio) poseen algún grado de erosión, es decir, han perdido parte o la totalidad de su capa superficial de material orgánica. A escala mundial, se pierden anualmente en todo el mundo entre 25 y 40.000 millones de toneladas de suelo superficial agrícola. Esto, sumado al contexto global de cambio climático y la crisis social, compromete seriamente la capacidad de producir alimentos sanos y suficientes para alimentar a la población.

En definitiva, existe evidencia científica suficiente como para poner el énfasis en la salud integral de los suelos, entendiendo ésta, no solo como el contenido nutricional, sino como la capacidad de proveer de un ecosistema resiliente a los cambios ambientales y, tendiente a propiciar la vida en todos sus aspectos.

Los abonos orgánicos, una alternativa para promover el cuidado la fertilidad integral del suelo en Magallanes.

Diversas organizaciones del ámbito de la producción e investigación han orientado sus esfuerzos en desarrollar la agricultura sustentable en Magallanes. “Desde el ámbito privado, empresas como Compost Coirón, en Puerto Natales y La Puestera Compost, en Punta Arenas, retiran semanalmente los residuos orgánicos de hogares comprometidos, para convertirlos en compost o vermicompost (humus de lombriz)”, destaca Zegers.

En tanto, desde el Ministerio de Agricultura, INIA Kampenaike gracias al financiamiento del Fondo de Desarrollo de Magallanes (FONDEMA), se encuentra ejecutando el Programa “Capacitación en técnicas de agricultura sustentable para pequeños agricultores de Magallanes”, en el cual se han desarrollado experiencias de investigación en distintas formas de compostaje de residuos orgánicos y el efecto de su aplicación sobre los cultivos agrícolas.

“Es importante destacar que los abonos orgánicos no sólo son fundamentales para mejorar la salud integral del suelo, sino, además, son una excelente fuente nutricional, capaz de reemplazar a los fertilizantes sintéticos”, argumenta Zegers.

INIA Kampenaike, en un esfuerzo por promover y extender el conocimiento a los agricultores de la región, ha llevado a cabo el análisis físico, químico y biológico de compost producido en la región. Acorde a éstos, la aplicación a modo de enmienda orgánica de 20 toneladas de compost por hectárea (dosis necesaria para mejorar la estructura del suelo) aportan a su vez 110 kg de nitrógeno, 80 Kg de fósforo, 77 kg de potasio, 191 kg de calcio, y 91 kg de magnesio, además de una diversidad de micronutrientes esenciales las plantas y toneladas de materia orgánica rica en microorganismos benéficos, que ayudan a prevenir el ataque de plagas y enfermedades en los cultivos.

“De acuerdo a la Norma Chilena de Compost NCh 2880, que establece los parámetros de calidad de este abono para asegurar la muerte de los microorganismos patógenos, los propágulos de maleza y la inocuidad del producto, el proceso de fermentación debe elevar la temperatura de la pila por sobre los 55°C durante un mínimo de tres días”, explica Mc Leod.  Esta normativa regula la calidad del compost y sus parámetros de comparación presentes en la Tabla 1.

Análisis Químico NCh2880: 2015 Compost –
Requisitos de calidad y clasificación
  Unidad Compost 1 Compost 2 Clase A Clase B
pH  (suspensión 1:5) 1:05 8,6 7,2 5,0 – 8,5
C.Eléctrica  (suspensión 1:5) dS/m 2,1 1,4 < 3 < 8
Materia orgánica % 20,5 23,0 > 20
Carbono orgánico % 11,4 12,8 > 11
Nitrógeno total  (N) % 0,89 0,84 > 0,5
Relacion C/N   12,8 15,2 < 30
Relación  NH4/NO3   1,4 1,5 < 3
Cobre (Cu) mg/kg 66 84 70 400
Zinc (Zn) mg/kg 10 9 200 800
Humedad % 38 27 30 – 45
Materia seca % 62 73 70 – 55

Si bien el compost considera periodos de elaboración cercano a los 6 meses, existen otras alternativas de uso más inmediato. La elaboración de otro tipo de abono como el bokashi, basado en la fermentación de guano, afrecho, azúcar, leche y levadura, demora entre 7 y 10 días; o el biol, un biofermentado líquido para aplicación foliar o mediante fertiriego, el que se puede obtener en uno a dos meses.

Gabriel Zegers, experto en la elaboración de estos biopreparados indica que la elaboración de estos abonos se debe planificar acorde a los ciclos de cada cultivo, considerando el previo acopio de materiales, principalmente guano y residuos vegetales frescos y secos en grandes cantidades. “Por ejemplo, para partir con una pila de 1 m3 de compost, se necesita aproximadamente 3 m3 de paja seca, 1 m3 de restos vegetales verdes o frescos y 1 m3 de guano de animales rumiantes”, señala Zegers.

Otro tipo de abono orgánico de gran aceptación a nivel mundial son los llamados abonos verdes, que son cultivos de cobertura compuestos de especies capaces de fijar nitrógeno atmosférico, como las habas, el lupino, la vicia, las arvejas, entre otras plantas leguminosas. Estas pueden cultivarse asociadas a una gramínea como la avena, la cebada o el trigo y, cuando alcanzan el estado de grano lechoso, son segadas e incorporadas al suelo superficial, aportando enormes cantidades de materia orgánica y 100 a 200 Kg de nitrógeno/ha, es decir, la totalidad del requerimiento de este elemento en cultivo tradicional.

Este tipo de abono orgánico debe ser planificado en base a una rotación de cultivo. En Magallanes, dado el casi nulo desarrollo invernal de estas especies, deben establecerse una temporada antes del cultivo principal. En invernaderos, se pueden establecer a principios de otoño para su incorporación a fines de invierno al suelo, previo al establecimiento del cultivo principal.

Es importante mencionar, que el éxito en el uso de los abonos orgánicos, para restaurar la capacidad productiva de los suelos de Magallanes, debe ir acompañado de una batería de esfuerzos fundamentales, destinados a detener la erosión y la pérdida de biodiversidad, incrementar la resiliencia del agroecosistema y una producción agrícola sostenible.

Destaca en este ámbito, la incorporación de árboles y arbustos a la matriz productiva del paisaje, mediante el diseño e implementación de sistemas agroforestales y silvopastoriles; el cese en el uso de agroquímicos que destruyen la vida en el suelo y por sobre todo la educación de consumidores y productores, para que la materia orgánica que sale del campo, vuelva al campo.

La experiencia de INIA Kampenaike, así como la de otros agricultores en la región que practican estas técnicas, ha demostrado que el compostaje y la elaboración de otros tipos de abonos orgánicos se ajusta a las condiciones agroecológicas locales, además de significar un ahorro importante en fertilizantes para los productores. Por lo demás, el Programa de Capacitación en agricultura sustentable de INIA Kampenaike, ha elaborado una serie de videos tutoriales, que puede encontrar en el canal de YouTube de la institución, para que aprenda a realizarlos y aplicarlos usted mismo, como también  informativos muy completos, disponibles en la biblioteca de medios de www.inia.cl

 

Acerca de INIA

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.

INIA, más de 55 años liderando el desarrollo agroalimentario sostenible de Chile.

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