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Prácticas conservacionistas de suelo harían de Chile un país sustentable en la producción de alimentos

SAG, INDAP y CONAF participan en taller sobre agricultura de conservación, organizado por la Seremi de Agricultura, el Centro Regional de Investigación INIA Rayentué y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

Muy interesados en el tema de conservación de suelo, se mostraron los profesionales del agro de la región de O'Higgins.

Muy interesados en el tema de conservación de suelo, se mostraron los profesionales del agro de la región de O’Higgins.

Existen metodologías efectivas para controlar el avance de la erosión, mejorar la fertilidad de los suelos, preservar la biodiversidad y el aprovechamiento integral  de los recursos. Sin embargo, de no hacer un manejo adecuado y seguir utilizando las quemas u otras prácticas degradantes, se podría ver afectada la producción.

Esta contingencia fue analizada en un taller sobre agricultura de conservación, realizado el miércoles 12 de agosto en el Centro Regional de Investigación INIA Rayentué, en la región de O’Higgins. Entre las ponencias destacó la charla del especialista internacional y consultor de FAO, José Benítez, “Agricultura de conservación, una práctica innovadora con beneficios económicos y medioambientales”, en la que se refirió a los problemas que generan las condiciones para la degradación del suelo, así como a las distintas técnicas que permiten enfrentar cada uno de esos desafíos, de acuerdo a su experiencia de más de 40 años en Perú, Brasil,  África y Afganistán, entre otros países.

Según lo planteado por el especialista, actualmente el manejo conservacionista sólo considera el suelo, siendo fundamental crear las condiciones para retener el agua en el perfil del mismo, a través de un buen manejo de rastrojos, capaces de mejorar la estructura y las propiedades físicas, químicas y biológicas del terreno. Según Benítez al conservar un mayor volumen de rastrojo en la superficie, éste sirve como barrera física que reduce el escurrimiento superficial del agua. Y, al aumentar con esta práctica la infiltración del agua, se favorecen todos los procesos biológicos en torno al suelo.

Para el doctor Benítez es preciso que se mantengan la salud de los suelos y su capacidad para almacenar, y dar agua y nutrientes. “Si con prácticas estratégicas conseguimos esto, la producción va a ser sostenible, económicamente viable y amigable con el medio ambiente. Pero si no se tiene un manejo adecuado y se siguen usando las quemas u otras prácticas degradantes, veremos afectada la producción”, comentó.

Consultado sobre esta visión, el ingeniero agrónomo de INIA Rayentué, doctor Jorge Carrasco, explicó: “recordemos que  el  suelo es un excelente reservorio de humedad. Por eso, si se van a incorporar estas prácticas conservacionistas en la actividad agrícola, es necesario manejar integralmente el suelo y el agua. Si se reduce el escurrimiento del agua sobre un terreno, favorecemos su infiltración, reduciendo con ello los procesos erosivos. El aumento del contenido del agua en el suelo favorece el crecimiento y desarrollo de las especies vegetales, las cuales por su cobertura y unión al suelo por las raíces, controlan la erosión de los mismos”.

Al finalizar la jornada, se efectuó un análisis de la realidad regional entre los distintos especialistas y asistentes, respecto de cómo motivar a los agricultores a utilizar técnicas conservacionistas, con el fin de disminuir la degradación de los suelos y menguar, además, la contaminación ambiental producto de la quema de los rastrojos.

En este contexto, Germán Ruiz, encargado nacional del programa de recuperación de suelo (SIRSD) del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), señaló que la agricultura conservacionista es, hoy en día, una práctica que “sin hacer grandes transformaciones a la normativa, puede ser aplicada y bonificada por este programa”, indicando que “el SIRDS tiene integrada la cero labranza, rotaciones de cultivo y coberturas vegetales. Entonces, con estas prácticas se pueden hacer concursos específicos para agricultura de conservación y además,  el comité técnico regional, puede asignar puntajes a algunas prácticas que vayan en beneficio del suelo”.

En opinión de Oscar Seguel, especialista en manejo y física de suelo y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, la realización de este taller «es una muy buena iniciativa. Me queda una muy buena sensación de saber que todos los profesionales y actores sociales de la región están en la misma línea, en la misma visión; tanto los que representan a organismos gubernamentales, que generan las políticas en la altas esferas, como los que trabajan directamente con los agricultores, como son los encargados del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP y profesionales del SAG”.

Ante la pregunta de porqué los agricultores son reacios  a adoptar prácticas conservacionistas, Jorge Carrasco del INIA,  señaló que “pese al gran aporte que hace el Programa Sistema de Incentivos para la Recuperación de Suelos Degradados (SIRSD-S) del Ministerio de Agricultura, a través de INDAP y el SAG, una razón por la cual no se ha logrado una mayor efectividad en el control de la erosión de los suelos de secano, ha sido la falta de disponibilidad de maquinaria en esa zona agroecológica, como arados conservacionistas, regeneradoras de praderas, aplicadoras de guanos, sembradoras de cero labranza, entre otras”, señaló.

Carrasco agregó que “en el caso particular de la Región de O`Higgins, esto cambiará positivamente porque el Ministerio de Agricultura, junto al Ministerio del Medio Ambiente y la Agencia de Cooperación Internacional de Chile (AGCI), presentaron para esta región un proyecto al Fondo Climático de las Naciones Unidas, que permitirá un desarrollo de la agricultura de secano, en especial para los pequeños agricultores, al incorporar una serie de técnicas de manejo conservacionista de suelos y agua, además de adquirir maquinaria y equipos agrícolas apropiados para la conservación de los suelos. Esto permitirá a los agricultores, enfrentar en mejor forma la problemática del cambio climático”, puntualizó.

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El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación agropecuaria de Chile, dependiente del Ministerio de Agricultura, con presencia nacional de Arica a Magallanes, a través de sus 10 Centros Regionales, además de oficinas técnicas y centros experimentales en cada una de las regiones del país.

Su misión es generar y transferir conocimientos y tecnologías estratégicas a escala global, para producir innovación y mejorar la competitividad del sector agroalimentario. www.inia.cl

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